sábado, 28 de mayo de 2011

las diez indiecitas

Me gusta tocarlas.
Me gusta que jueguen con mi lengua y tamborileen con mis dientes.
Me gusta que mis labios las tienten al tajo.
Ellas se deslizan, los seducen, los provocan.
Ellas se divierten.
Mis ojos intentan no entrar en el juego pero caen irremisiblemente en la órbita hipnótica de sus movimientos.
Ellas lo notan, se detienen, se deslizan lentamente a las rodillas-cómplices silenciosas que parecen saber y gozar perversamente de la ceremonia- y desde allí comienzan el ritual.
Se me entregan boca arriba...parecen tan indefensas que mi boca no resiste la tentación; intento entonces prolongar y disfrutar de ese momento: ellas ahí, pícaras, coqueteando, expuestas a mi mirada y mis labios inquietos, expectantes, sorprendidos a su vez porque mi lengua los apura, los presiona.
Pero ellas son tan impacientes ( ¿o viciosas?), que sintiendo que mi deseo les gana, se recojen y se inclinan finjiendo timidez. Parecen niñas que sabiendo que las estoy mirando, a escondidas levantan sus falditas y soplan por el cuello de sus camisetitas sudadas.
De pronto se posternan, me dicen Diosa, me convencen, me pueden, y así, ahora sí, así, así, se me van acercando jugando juegos prohibidos, se disfritan, se sienten, se tocan, me provocan, me pierden y finalmente y sólo cuando ellas quieren: me poseen.

Pero a veces después de un tiempo me aburro de estos juegos, me siento hastiada, los excesos me vuelven fría, insensible, ellas se ven gastadas, frágiles, feas ... de pronto un repentino deseo irrefrenable me asalta, ellas se alegran, festejan, retoman el juego y entonces, no puedo evitarlo -y me encanta- presa de placer, cojo el alicate, verdugo por vocación, y una a una corto primero la del índice, luego la del mayor, la del anular....

2 comentarios:

  1. Me gusta mucho cómo está escrito, como lo cuenta..

    Un abrazo!

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  2. Marina querida, me encantó!!! Quien iba a decir que eran las uñas de...los pies? Pillina...Besos, Silvia.

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